1247 - Habacuc 1. Dialogando con Dios. Hab 1:12

Descansando en Dios - Een podcast door Francisco Atencio

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1247 – Hab 1:12 – Habacuc 1. Dialogando con Dios. ¿No eres tú desde el principio, oh Jehová, Dios mío, Santo mío? No moriremos. Oh Jehová, para juicio lo pusiste; y tú, oh Roca, lo fundaste para castigar. El libro de Habacuc tiene el nombre de su autor que probablemente significa “quien abraza" o “el abrazado” por Dios (Hab 1:1; 3:1). Habacuc presenta el doble castigo que Dios hará primero con el pueblo de Judá y luego contra los caldeos. Castigos por la consecuencia del pecado. “Porque la paga del pecado es muerte, mas la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro.” (Ro 6:23). En nuestros días al igual que en el tiempo de Habacuc el proceso de descomposición social y espiritual se incrementa continuamente lo cual nos lleva a preguntarnos: ¿Hasta cuándo durará esta situación? ¿Existe alguna salida a las duras tensiones de la vida? Y si la hay, ¿Cuál es? ¿Por qué Dios se muestra como indiferente a esta situación? Habacuc presenta un mensaje con las mismas preguntas. El profeta tiene un dialogo con Dios donde lo cuestionó por el pecado en Judá y Dios responde dejando al profeta más angustiado. “No podéis beber la copa del Señor, y la copa de los demonios; no podéis participar de la mesa del Señor, y de la mesa de los demonios. ¿O provocaremos a celos al Señor? ¿Somos más fuertes que Él?” (1Co 10:21-22). I. La angustia de Habacuc (Hab 1:2-4). “¿Hasta cuándo, oh Jehová, clamaré, y no oirás; y daré voces a ti a causa de la violencia, y no salvarás? ¿Por qué me haces ver iniquidad, y haces que vea molestia? Destrucción y violencia están delante de mí, y pleito y contienda se levantan. Por lo cual la ley es debilitada, y el juicio no sale según la verdad; por cuanto el impío asedia al justo, por eso sale torcida la justicia.” Habacuc cuestiona a Dios preguntado ¿Por qué es Dios indiferente a la súplica? (Hab 1:1-2). La pregunta de Habacuc ¿hasta cuándo? describe su agonía al ver la aparente demora de Dios en responder a sus preocupaciones. ¿Hasta cuándo, oh Jehová clamaré, y no oirás? Habacuc tenía tiempo preguntado y Dios guardaba silencio. En la actualidad, muchos cristianos enfrentan el mismo problema. Se preguntan por qué Dios guarda silencio cuando ellos oran. Al igual que varios salmistas (David, Sal 13:1-4; 22:1, 11, 19-20; Asaf, Sal 74:1-2, 10-11; los hijos de Coré, Sal 88), Habacuc llegó delante de Dios para quejarse por sus problemas y los de su pueblo. ¿Por qué es Dios insensible al pecado y al sufrimiento? (Hab 1:3-4). Había mucho pecado y Dios se mostraba indiferente y no hacía nada. Habacuc culpó a Dios a través de una pregunta incisiva: ¿Por qué me haces ver iniquidad? Enseguida hizo otra aún más punzante ¿Por qué toleras que vea molestia (“el sufrimiento”)? La destrucción y violencia iban de la mano del pleito y la contienda. La tragedia más grande era el descuido en que el pueblo tenía la ley de Dios. Habacuc describió la consecuencia de esto: la ley es debilitada, y el juicio no sale según la verdad. Dios nos llama a ser su pueblo para ser sal de la tierra y luz del mundo, y permite que veamos el pecado de la humanidad para que resplazdecamos en medios de las tinieblas (Mt 5:12-16; Fil 2:14-16; 1Pe 2:9). Dios manda que aun a nuestros enemigos debemos hacer cuatro cosas: Amarlos, bendecirlos, hacerle bien y orar por ellos. “Amad a vuestros enemigos, bendecid a los que os maldicen, haced bien a los que os aborrecen, y orad por los que os ultrajan y os persiguen; para que seáis hijos de vuestro Padre que está en los cielos, que hace salir su sol sobre malos y buenos, y que hace llover sobre justos e injustos.” (Mt 5:44-45). II. La revelación de Dios (Hab 1:5-11). “Mirad entre las naciones, y ved, y asombraos; porque haré una obra en vuestros días, que aun cuando se os contare, no la creeréis.” (Hab 1:5). Mirad entre las naciones, y ved, fue la respuesta de Dios para Habacuc y el pueblo.