El hombre más rico de la historia y la primera vivienda social
Historias de la economía - Een podcast door elEconomista - Maandagen
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Jeff Bezos, Elon Musk, Bill Gates, la familia Arnault... son las personas más ricas del mundo, con fortunas que superan los 100.000 millones de dólares. Pues bien, su capital palidece si se compara con el que poseía Jakob Fugger, considerado por muchos el hombre más rico de la historia. Llegó a amasar una fortuna que, al cambio, llegó a alcanzar los 400.000 millones de dólares. Más del doble que la de Bezos.Y aún así, lo más probable es que ni siquiera hayas oído hablar de este banquero alemán que vivió entre los siglos XV y XVI. ¿Por qué? En primer lugar, precisamente por ser alemán. No llegó a ser conocido en el mundo angloparlante, hasta hace poco apenas había nada escrito sobre él en inglés, y eso limitó mucho la difusión de sus logros.Y por otro lado, porque era una figura bastante gris. No tenía ambiciones políticas. No construyó ni grandes edificios, ni palacios, ni catedrales... No fue mecenas de ningún gran artista de la época. Apodado el Rico, no se mataron buscando el nick, fue un comerciante y banquero que dominó las finanzas europeas. Subvencionó guerras y reyes, entre ellos la elección del emperador Carlos I de España y V de Alemania. De marcada fe católica, ordenó y financió la creación de un complejo de vivienda social en su ciudad natal, y de paso así salvar su alma. Su construcción se finalizó en 1523 y constaba de 52 casas. Y seguramente este sea su gran legado.¿Un proyecto social de 50 casas? Pues sí. Es probablemente el primer proyecto de vivienda social de la historia. Y en él, los residentes siguen pagando la misma renta que desde su fundación en 1516: 0,88 euros al año. Es el complejo residencial Fuggerei, una villa medieval en el corazón de la ciudad alemana de Augsburgo, en Baviera. Y que recibe el nombre por su impulsor.Por decreto, el financiero decidió que la renta anual sería de 1 florín renano para siempre, al cambio 0,88 euros. Pero también estableció unas peculiares condiciones que todavía rigen: ser católicos, rezar tres veces al día (un Padrenuestro, un Ave María y un credo) por la familia Fugger, tener más de 60 años, haber vivido al menos dos años en Augsburgo y haber caído en la indigencia sin deudas.Fuggerei está formado hoy en día por cerca de 70 casas para unos 150 apartamentos, cada uno de entre 45 y 65 metros cuadrados, con cocina, recepción y dos habitaciones, y las viviendas que dan a la calle tienen incluso un pequeño jardín.El complejo fue ampliado en sucesivas ocasiones y ya incluye una iglesia, una fuente, un colegio e incluso un pequeño museo. A pesar de que en la II Guerra Mundial también fueron objeto de bombardeos, la reconstrucción se hizo respetando el espíritu original, manteniendo el aire de la época en la que fueron construidos. Como curiosidad, el complejo está vallado y, como en tiempos medievales, cierra sus puertas por la noche. Los residentes se turnan para vigilar las entradas y para multar a aquellos que aparecen más tarde de las 10 de la noche con unas sanciones que rondan entre los 50 céntimos y el euro dependiendo de la hora de llegada.A pesar de las condiciones (que incluyen también realizar tareas para la comunidad como cuidar el jardín o en la iglesia), vivir en Fuggerei está muy demandado, y la lista de espera es actualmente de unos cuatro años. Muchos de los residentes son viudas sin ahorros que con sus bajas pensiones no pueden afrontar un alquiler de varios cientos de euros. Maria Mayer, una de las afortunadas, aseguraba en un reportaje de The Wall Street Journal que obtener uno de los apartamentos fue "como si me hubiera tocado la lotería".La peculiaridad de la villa ha hecho de ella un atractivo turístico, y cada año se estima que recibe unos 200.000 visitantes que pagan 4 euros por dar un paseo por el puñado de calles que forman el complejo. Mientras, la familia Fugger trabaja por mantener el legado 20 generaciones después, y...